19 abr 2021

 

Luthero 1521 en Worms

 Hacerle frente al diablo

 

 

Entre las palabras apócrifas, o dudosas, de Lutero no reconocidas como válidas, la más famosa es: "Ésta es mi postura. No veo otra opción. Que Dios me ayude, Amén". Se dice que con estas frases el monje agustino de Wittenberg finalizó el discurso que pronunció el 18 de abril de 1521 ante el emperador Carlos V, los príncipes electores y demás representantes del Sacro Imperio Romano Germánico en el cónclave de Worms. Esto ocurrió hace medio milenio. La escena de la confesión de Lutero, con la que niega retractarse, hasta hoy día sigue siendo la más conocida y heroica de su vida. Las frases se han convertido en una retórica del gesto patético. Una codificación con valor cívico, a favor de la libertad de conciencia y la defensa comprometida de convicciones propias. Así ingresaron a la memoria colectiva de Alemania, del protestantismo, de Europa y del cristianismo en el mundo entero.

 

¿No deberíamos, pues, entonar con Giordano Bruno - fan de Wittenberg: ¿Se non è vero è molto ben trovato? Incluso aun si el logion hubiera sido inventado - da en el blanco. Porque en este gesto lingüístico se condensa de forma única el carácter icónico de la escena en Worms. La del confesor inamovible, que se apoya únicamente en su conciencia atada a Dios, haciéndole frente al poder eclesial y político. El insignificante monjecillo resiste solamente con la palabra al personaje más poderoso del mundo cristiano de su época, en cuyo reino el sol literalmente no se ponía nunca - David contra Goliat, el cuento del teologillo valiente.

 

En efecto, la desmitologización puede en este caso estar condenada al fracaso. Pero resulta aleccionador visualizar el camino que ha recorrido la fórmula y con ella la imagen del sólido luchador firme en su conciencia. 

En el inició de la memoria sobre lo acontecido en Worms primó desilusión. El recuerdo más antiguo del evento, que más adelante terminó siendo transfigurado, lo proporcionó el profesor de teología Lutero. Apenas saliendo de Worms, le trasmite a su amigo Lucas Cranach en Wittenberg: que su expectativa había sido, que el emperador "reuniera a un doctor o a cincuenta" para vencerlo, a él, un „monje", "honestamente". En cambio, "aquí no hubo lugar a más que esto: ¿Los libros son tuyos? Sí. ¿Quieres, o no quieres revocarlos? No. ¡Entonces lárgate!".

 

Martin Lutero en Worms

 

En el transcurso de los años y décadas siguientes, en el recuerdo que de ella guardaba Lutero, la escena de Worms fue creciendo. Arguyó que Thomas Müntzer nunca había tenido que experimentar angustias como las que él había sufrido en Worms. También le gustaba referirse a su experiencia en Worms como ejemplo de cómo había resistido al gran tentador: el diablo. A los comensales de su mesa en el "Monasterio Negro“ (su hogar en Wittenberg) y a medida que envejecía, el reformador les transmitía la sensación de que Worms había sido una especie de punto de inflexión en la historia, un gran momento en su vida.

 

Nada parece comprobar más a las claras la importancia del acontecimiento "Lutero en Worms", que el eco que recibió a través de publicaciones. Pues aunque la presencia del hereje, que ya había sido condenado legalmente por el Papa, no era el tema más importante del primera cónclave imperial del joven emperador Carlos V, la atención que recibió Lutero en publicaciones eclipsaba todo lo demás. No menos de 120 obras impresas en latín y alemán aparecieron en tiempo cercano a su interrogatorio, informando sobre el mismo. Muchos de estos impresos también contenían partes de sus discursos y el registro detallado de lo que Lutero había hecho y con quién había hablado entre el 16 de abril, día de su llegada, y el 26 de abril, día de su partida. El mismo Lutero y quienes le rodeaban, personas como el secretario privado del príncipe elector de Sajonia: Georg Spalatin, el humanista Justo Jonas (de Erfurt) o el colega de la facultad en Wittenberg Nikolas von Amsdorf, fueron punto de partida para estas publicaciones y por ende, también, para la formulación primera del: "Ésta es mi postura".

 

En su primer interrogatorio, el 17 de abril, Lutero, después de que se le exigiera que se retractara de sus enseñanzas y escritos, había pedido tiempo para reflexionarlo. Es probable que la razón para pedirlo fuera doble: honestamente lo sorprendió que no se le diera espacio para una discusión sobre el contenido de sus enseñanzas, sino que sólo se le preguntarara sobre la autoría de sus escritos y si quería retractarse de ellos. Junto con su asesor jurídico, Hieronymus Schurff, Lutero quiso ganar tiempo para elaborar su discurso. Se le concedió entonces un día de prórroga. No le estaba permitido recurrir a notas escritas para hablarlo. Por eso memorizó el discurso que preparó acto seguido.

 

Es difícil de imaginar que un printing native, autor ducho, acostumbrado a las posibilidades de comunicación que brindaba la imprenta, como era Lutero, no pensara de inmediato en la difusión de su discurso en forma impresa - apenas lo tuviera escrito. Él o su círculo produjeron al menos dos manuscritos de ese discurso; uno fue a parar a la imprenta en Hagenau de Thomas Anshelm, el otro lo recibió el impresor al servicio de Lutero en Wittenberg: Johannes Rhau-Grunenberg. El manuscrito en latín, que fue enviado a Wittenberg, al final (en línea aparte) llevaba añadido en alemán: „No tengo alternativa/ ésta es mi postura/ Dios me ayude/ Amén“ (Ich kan nicht andersst/ hie stehe ich/ Gott helff mir / Amen).

 

Un saludo personal al impresor amigo

 

Probablemente Lutero no finalizara su discurso resumiéndolo con tales palabras, sino que las añadió a modo de saludo personal para el impresor amigo. Tal vez quería decir: Tal mi situación al momento; es seria; pero debo defender mis convicciones! Ahora ya, sólo Dios puede ayudarme. Ecos de expresiones y de la situación del apóstol Pablo (1 Corintios 9,16; Hechos 17,22; 27,21) no parecen casuales. Grunenberg imprimió esta frase en alemán al final del discurso en latín.

 


 

El texto impreso podría haber estado listo a fines de abril, principios de mayo de 1521. Nada se sabe sobre la resonancia del texto en su momento, ni de la línea adicional al final del mismo – que fue y siguió siendo una singularidad.

 

La historia de la repercusión del "No tengo alternativa / Ésta es mi postura" comenzó recién después de muerto Lutero. En 1546 (año de su muerte), se publicó el segundo volumen de sus obras latinas. Allí también se incluyó la tradición vinculada con Worms, incluyendo su discurso -en latín- del 18 de abril de 1521. El hermoso volumen, impreso en páginas de tamaño doble, va precedido por un prefacio a cargo de Felipe Melanchthon. En el mismo rinde homenaje a la "vida y hechos" de su gran colega (Historia de vita et actis ... Lutheri). Sobre el final del discurso en Worms aparece ahora por primera vez, como fórmula de cierre del discurso, la frase: "Ésta es Mi postura/ Yo no tengo opción/ Dios me ayude/ Amén" ("Hier stehe ich/ Ich kann nicht anders/ Gott helff mir/ Amen"). Con la muerte del héroe da comienzo, pues, la memoria - ya iniciada en parte -, la exaltación mítica, la transfiguración, la dimensión cargada de pathos. Debido a que el autoreferencial "Me / Yo" se repite, el foco queda puesto sobre el confesor solitario y valiente, de postura firme, que eleva su mirada al cielo.

 

Ya en 1548, se publicó como edición propia la "Historia ... Lutheri" de Melanchthon incluyendo el discurso de Lutero en Worms. El folleto tuvo un gran éxito y se publicó en 13 ediciones en latín y alemán y dos en francés. En todos los casos, la fórmula de cierre se imprimió de forma solemne, resaltándola con letra más grande. A algunas de estas ediciones se le adjuntó una breve biografía cronográfica en latin perpetuando al reformador en el: "Año de la Confesión en Worms 1521. A los pies del emperador, se paró ante grandes y poderosos, alli donde a orillas del Rin está Worms".

 

Leyendas que se entrelazan con Worms

 

La fórmula "Ésta es mi postura" ingresó en la historiografía ya a fines del siglo XVI. El teólogo de Estrasburgo Ludwig Rabus la incorporó a su historia de los mártires. En calendarios donde eventos especiales se registraban debajo de los días del año, se la colocó bajo las fechas del 17 o 18 de abril. La tradición de Worms incorpora elementos de leyenda: la escena de un intento de envenenar a Lutero, al que sobrevivió milagrosamente gracias a la rotura del vaso; la entrega camino a Worms de una imagen del martir Girolamo Savonarola, que le da un sacerdote en Naumburg; una conversación con el líder de combatientes mercenarios Georg von Frundsberg, quien a viva voz le habría dicho: "Monjecillo, Monjecillo, ahora vas por un camino . . . que yo y muchos comandantes, no hicimos, incluso en nuestro orden de batalla más riesgoso". Una escena de oración, que alguien habría escuchada en secreto, en la que Lutero experimentó su conversión ante Worms, tal como Pablo ante Damasco; la visita de dos judíos que ante Lutero se pelearon por la interpretación mesiánica de la palabra de un profeta a cargo de los cristianos; también la creación del más adelante tan conocido himno de Lutero "Castillo fuerte es nuestro Dios“ era localizada en Worms.

 

En la posterior historia de la recepción del mito de Worms, cada vez menos fue tema la palabra bíblica divina, a la que el Lutero histórico ligaba su conciencia y que confesaba preferir a cualquier discurso pontificio o decreto conciliar. Más bien, se coloca al confesor en el centro de atención. El siglo XVIII lo alabó por su valor imperturbable, su libertad de espíritu, su lucha contra la sujeción de conciencia y su compromiso incondicional con la ilustración.

 

Los patriotas alemanes, ante todo los del siglo XIX, vieron en él al representante de una nación que se oponía a la dominación extranjera del papa italiano y del rey español - en el contexto contemporáneo de la Francia napoleónica, y más adelante después de la derrota y el "Dictado infame" de Versalles (1919). Las obras de pintura historicista, reflejando a "Lutero en Worms" se multiplicaron: junto a la publicación de las 95 tesis y a la quema de la bula de excomunión, Worms fue con mucho el tema más popular del siglo XIX, embriagado de Lutero. Ante todo, se buscó captar el instante "Ésta es mi postura".

 

Se hizo especialmente famoso el cuadro que Hermann Plüddemann presentó en 1864; presentaba a Lutero mirando al cielo con su mano derecha patéticamente levantada y la otra apoyada sobre la Biblia. El emperador Guillermo I. mandó hacer copias al óleo y las hizo colgar en todas las escuelas de Prusia.

 

 


 

 

La historia de la recepción de Lutero en Worms dio varios frutos más. El obispo de Oslo, Eivind Berggrav, vio en la escena de Worms una justificación para la resistencia contra Hitler. Aquí -decía Berggrav- Lutero puso en práctica la regla apostólica de obedecerle antes a Dios que a los hombres (Hechos 5,29). Al defender los derechos civiles de los afroamericanos, también Martin Luther King se inspiró en el ejemplo del fraile alemán. Hasta hoy en día, muchos cristianos protestantes consideran a Lutero en Worms como un símbolo de valor cívico. Pero incluso los enemigos de nuestra democracia utilizan el "Ésta es mi postura – no tengo otra opción", en su propaganda electoral, tratando de legitimar incorregibilidad, obcecación e intolerancia mediante el recurso al supuestamente inamovible e inquebrantable varón de Wittenberg.

 

Lo que se puede decir a modo general en cuanto a esta figura dominante, vale también para "Lutero en Worms“: no se lo consigue sin tensiones, sin ambivalencias. No es facil hacer encajar a Lutero – ni siquiera en en un rol apacible como ejemplo de valor cívico; allí es donde lo ubican los dirigentes eclesiásticos en la actualidad, con tendencia al reduccionismo ético. Lutero era una persona de extremos, apasionada, atormentada y con dudas, con una capacidad de entrega total y contradicciones vibrantes. Eso lo hace tan interesante, tan discutible, tan irritante, tan fascinante. "Lutero en Worms" – una imágen de facetas múltiples, cuya variedad de interpretaciones y recepciones históricas revela bastante sobre Lutero y la historia del protestantismo, sobre su grandeza y sus límites.

 

Autor de este árticulo es Thomas Kaufmann (*1962) - teólogo, historiador de la Iglesia, especializado en la historia de la Reforma, catedrático en la Universidad de Göttingen y pastor.

Se publicó el 4 de Abril 2021 en el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung

 

Traducción: Alejandro Zorzin 

 

11 abr 2021

Martin Lutero – en tiempos de pandemia



Textos para una clase abierta -via Zoom- por la
 
Comunidad Teológica de México / Instituto Internacional de Estudios Superiores

 - 30 de octubre 2020

 

 

Sobre la muerte o la peste – que arrasa y sigue perdurando

 

Xylograbado del artista anónimo – llamado “Maestro del Petrarca“ (por sus ilustraciones creadas en 1519 para la obra De remediis utriusque fortunae del humanista italiano).  Sobre el margen izq. se ve a un peon muerto junta al cadaver de un caballo. En primer plano yace un campesino también fallecido rodeado por cadáveres de un perro, un gato, un gallo y dos palomas. En el lecho el enfermo ha sido atendido por el médico, que le abrió el ganglio axilar del que drena pus. Con un paño empapado en vinagre tanto el médico como la mujer se cubren nariz y boca para protegerse de los „vahos infecciosos“. En el espacio vacio del  diseño original (1519) estarían representados los santos protectores de la peste: San Sebastián y San Roque. Los mismos fueron eliminados del taco, cuando la obra finalmente se imprimió en 1532 (ya entonces establecida la reforma evangélica con su crítica de la devoción a los santos como idolatría).

De este artista se han conservado unas 730 xilografías. Se lo considera uno de los mejores ilustradores de su época. Reflejó con notable realismo al ser humano de su época, personas en escenas cotidianas de la sociedad del siglo XVI. Con su habilidad logró captar tanto escenas del mundo rural como urbano con lujo de detalles. Sus grabados se utilzaron e imprimieron en distintas ciudades entre 1518 y 1620, pasando los tacos de dueño a dueño. En especial en las grandes imprentas de Augsburgo, Estrasburgo, Nuremberg, Maguncia, Frankfurt, Landshut y Venecia.

(Fuente: Walther Scheidig: Die Holzschnitte des Petrarca-Meisters, Berlin 1955, p. 295)

 

Durante el siglo XIV a causa de la peste había muerto un tercio de la población de Europa. Se suponía que la pandemia era causada por aire contaminado, por emanación de vahos inmundos. En ese entonces no se sabía que la plaga era transmitida por la picadura de pulgas que vivían en las ratas.

Durante el siglo XVI la epidemia varias veces afectó a Wittenberg. Ante un nuevo brote de la epidemia de inmediato se aislaba a los afectados en el hospital o en sus propias viviendas. Las puertas de las casas de gente afectada por peste se tapiaban y se les pasaba comida a través de una rendija. Toda la vida pública se paralizaba y mucha gente huía a lugares alejados, no afectados por la plaga.

A causa de epidemias de peste la universidad de Wittenberg en varias oportunidades se trasladó a otros lugares de Sajonia: en 1506 a Herzberg, en 1527 y 1536 a Jena, en 1552 a Torgau.

Lutero era uno de los pocos habitantes que permanecía en Wittenberg en tiempos de epidemia, brindando asistencia pastoral a los afectados. En sus sermones exhortaba a la gente a quedarse en la ciudad por mero amor al prójimo, y para que parientes enfermos no quedaran abandonados en medio de la crisis.

En cinco oportunidades vivió tiempos de peste en Wittenberg: 1516, 1527, 1535, 1538 y 1539.

 

El 26 de octubre de 1516 (un año antes de hacer públicas sus 95 tesis contra las indulgencias), Lutero le escribía a Johann Lang (monje augustino y colega suyo en la ciudad de Erfurt):

 

"... Me escribes que ayer comenzaste a dictar cursos sobre el segundo libro de las Sentencias [de Pedro Lombardo]. Mañana yo comenzaré con la carta a los Gálatas, aunque dudo que la peste me permita continuar lo que acabo de iniciar. Por aquí la plaga a lo sumo (pero no todos los días) se lleva a dos o tres. El herrero, nuestro vecino de enfrente, hoy sepultó a un hijo que ayer estaba sano; el otro [hijo] yace infectado. ¿Qué puedo decir? Está aquí y empieza de forma brusca y repentina, especialmente en gente joven. ¡Y tú y contigo el magister Bartolomé me aconsejan que huya! ¿A dónde he de huir? Espero que el mundo no se derrumbe cuando caiga el hermano Martin [Lutero]. Pero si la plaga se extiende, dispersaré a los hermanos [del monasterio augustino] por todos lados. Fui colocado aquí [por orden superior]; por obediencia no dispongo de libertad para huir, ... no, hasta tanto quien me diera la orden vuelva a dar otra nueva. No es que yo no tema a la muerte (pues no soy el apóstol Pablo, sino apenas alguien que dicta cursos sobre el apóstol Pablo). Pero tengo la esperanza que el Señor me arrebate fuera de mi miedo."

(Fuente: Martin Luther, Werke. Kritische Gesamtausgabe (Weimarer Ausgabe). Briefe, vol. 1, p. 72 – trad. A. Zorzin)

 

En 1527 – nuevamente con peste en Wittenberg – Lutero escribe una obra con título en forma de pregunta: „Si cabe rehuirle al riesgo de muerte. En la misma afirma  comprender a quienes optaban por abandonar regiones afectadas por la peste. Huir de ella no era pecado. Pero la preocupación de Lutero gira en torno a cómo preservar la organización y estructuras en la ciudad afectada por la peste; por eso exige que funcionarios, sacerdotes y familiares a cargo del cuidado de sus enfermos permanezcan en el lugar. La enfermedad no era un castigo divino, sino que la originaba el diablo – por ende la peste ponía a prueba la fe. En consecuencia prestar asistencia médica e implementar medidas de protección eran la reacción legítima y adecuada. No obstante, el verdadero médico y fuente de consuelo en definitiva seguía siendo Cristo. A su vez Lutero condenaba duramente la falta de responsabilidad por parte de enfermos leves, que mezclándose entre personas sanas las contagiaban. En una parte del texto Lutero plantea:

"[...] enfócalo de esta manera: si –pues– por disposición divina, el enemigo [= diablo] envió veneno y alimañas mortíferas, pediré a Dios que tenga misericordia de nosotros y nos proteja. Siendo así, fumigaré [las casas], ayudando a purificar el aire, daré y tomaré medicina, evitaré los lugares y personas donde no se me requiera, para así no cometer un descuido y envenenar y contagiar a otros, convirtiéndome por mi negligencia en causa de muerte para ellos. [...] Pero en el caso que mi prójimo me necesite, no evitaré lugar ni persona alguna, sino que libremente iré para ayudar. [...] He aquí una fe respetuosa de Dios, que no es ni temeraria ni insolente, ni tienta a Dios.“
(Fuente: Johann Georg Walch (Ed.): Dr. Martin Luthers Sämtliche Schriften; vol. 10 (reedición: 1987); col. 2020 - trad. A. Zorzin).

 

Para ese entonces Lutero estaba al tanto de cierto tipo de precauciones médicas, como p. ej. el traslado de cementerios –que solían estar junto a las iglesias– límites afuera de las murallas de la ciudad:
"[...] Por el momento, dejo que opinen los doctores en medicina y todos los que estén mejor informados, sobre si es peligroso tener cementerios dentro de la ciudad. Pues no sé ni entiendo, si de las tumbas salen emanaciones y vahos que cargan el aire. Si ese fuera el caso, [...] hay razón suficiente para ubicar al cementerio en las afueras de la ciudad. Pues, …, todos llevamos responsabilidad de evitar el veneno por cualquier medio posible."

(Fuente: Johann Georg Walch (Ed.): Dr. Martin Luthers Sämtliche Schriften; vol. 10 (reedición: 1987); col. 2026 - trad. A. Zorzin).

 

En medio de rumores sobre un nuevo brote de peste en Wittenberg (en el verano 1535), Lutero recibió la propuesta de trasladarse con su familia a un lugar más seguro. Quien se lo sugería era la máxima autoridad política en Sajonia: el príncipe elector Juan Federico I. (* 30 Junio 1503 - † 3 Marzo 1554; en el trono real a partir de 1532).

En su carta de respuesta al príncipe, Lutero emplea el estilo formal y sumiso en el encabezado de la misma. Pero acto seguido justifica su decisión de permanecer en Wittenberg echando mano a un estilo jocoso y lleno de ironía. Vincula los rumores y temores ante la pandemia con falta de apego al estudio en la época veraniega. Es lo que percibe en la mayoría de los estudiantes de la universidad y con ironía detalla una sintomatología imaginaria, detectable en los elementos y enseres de estudio. Para Lutero una ausencia suya de Wittenberg podría causar un abandono de los estudios (en el semestre estival en curso) y en consecuencia, menos futuros maestros, pastores y líderes formados en la teología de la Reforma. Ello debilitaría al movimento de renovación evangélica ante los embates de los católico-romanos.

„Al más sereno y en alta cuna nacido Príncipe y Señor, a Don Juan Federico, Duque de Sajonia y Príncipe Elector, Archimariscal del Sacro Imperio Romano, Landgrave en Turingia y Margrave en Meissen, mi más agraciado Señor.

Gracia y paz en Cristo, junto a mi sencillo Padre-Nuestro. Serenísimo, en alta cuna nacido príncipe, agraciado señor mio! El canciller de Vuestra venerable Alteza, el Dr. Brück, me ha indicado que Vuestra Alteza tuvo la gentileza de ofrecerme refugio, en caso que por aquí comenzara a difundir la mortandad. Y agradezco muy sumisamente a Vuestra Alteza tan gentil preocupación y ofrecimiento, y sabré darle sumisa respuesta, si tal situación se diera.

Pero el alguacil Hans Metzsch es mi confiable gallo centinela, y hasta el momento ha tenido una muy sobria nariz de buitre para detectar peste, y aunque la peste estuviera a cinco codos bajo tierra, probablemente la husmearía. Como él [Metzsch] sigue aquí, no puedo creer que haya peste por estos lugares.

Es cierto que en una casa o dos hubo mosquerío, pero el aire aún no está envenenado. Porque desde el martes [6 de julio] no se encontró cadáver ni enfermo alguno; pero como los días de calor aprietan y asustan a los jóvenes, estuve de acuerdo en que se les deje andar paseando por ahí, para que sus pensamientos se calmen hasta tanto se logre vislumbrar que irá a ocurrir. Pero noto que a los jóvenes les gusta oír semejante alarmismo de peste, pues algunos tienen llagas en sus mochilas, otros cólicos en sus libros, algunos costras en sus plumas, otros gota en sus papeles. A muchos se les ha enmohecido la tinta y otros devoraron las cartas enviada por sus madres, lo que les hace añorar su pago y es probable que haya más debilidades de este tipo, de las que pueda yo narrar.

El peligro es que padres y superiores no ayuden y controlen enfermedades [imaginarias] tales con rigor y todo tipo de medicina, ya que entonces en el país habrá mortandad generalizada, al tal punto que ya no será posible encontrar ni a un predicador, ni a un pastor, ni a un maestro de escuela. Y así finalmente los cerdos y canes vanidosos llegarán a ser los mejores del plantel, algo que diligentemente pretenden lograr los papistas. Pero quiera Cristo, nuestro Señor, otorgar a Vuestra Agraciada Alteza, como hizo hasta ahora, gracia y misericordia - junto a las demás piadosas autoridades cristianas, para obtener una fuerte medicina y farmacia contra este tipo de enfermedad, para alabanza y honor a Dios y frustración de Satanás, enemigo del saber y de la disciplina. Amén.

[…] Viernes después de la Visitación a Maria [= 9 de julio] 1535.

Para con Vuestra Agraciada Alteza Electoral
sumisamente                          Martín Lutero“

(Fuente: Johann Georg Walch (Ed.): Dr. Martin Luthers Sämtliche Schriften; vol. 21b (reedición: 1987); col. 1979s. - trad. A. Zorzin)

                                                                                 

En 1539 la "Muerte Negra" – nuevamente asoló a Wittenberg. La irrupción de la plaga en la ciudad generó reacciones de pánico. En un sermón Lutero exhorta a los lugareños, a no huir de la ciudad en tiempos de peste.  El contenido del sermón se conservó por notas que alguien tomó durante el mismo:

 

„Primero [Lutero] criticó severamente a quienes difundían rumores sobre la peste; inmediatamente después convenció a los ciudadanos de que por ser lugareños no huyeran. Dijo que era realmente impío que abandonaran a los suyos, pues era un hecho que en épocas anteriores (de peste) había sido más la gente muerta por hambre y sed que a causa de la peste. Por lo tanto, los exhortó a sobrellevar voluntariamente (el azote por) la vara de de Dios Padre.

La peste no es más que una purificación en el mundo sin crueldad exterior alguna; en la que incluso los piadosos se duermen suavemente en apenas un instante. No se dejen asustar por el griterío sobre la peste, no le hagan -tratando de huir- semejante favor al diablo, por más que la peste esté llegando a tu casa, a tu cama, a tu cuna y a tu mesa. Tenemos un motivo para oponernosle tercamente: Cristo ha resucitado (Rom 8:31). Teniéndolo como mediador y por lo que enseña la vida, ¿por qué nos horrorizamos tanto ahora, más incluso que bajo el Papado, si en medio de aquellas tinieblas eramos mucho más despiertos? ¿Qué más va ser, que el diablo disparando veneno contra algunos? Dispone de un [solo] cañón para hacerlo.

A ustedes, los que quieran irse lejos, los exhorto a que provean a la ciudad de funcionarios, médicos, cirujanos y enfermeros para asistir a los pobres que en el hospital viven de la caridad pública, y a que animen tanto a unos como a otros, entre los capacitado para ejercer tales cargos, a hacerlo, o si no, expulsenlos de la ciudad. Además a todos los que huyen dejando atrás a los suyos, les digo que no habré de dejar a los pobres abandonados en necesidad, sino que haré traer vuestra leña del campo para que se la use, y también distribuiré vuestro acopio de granos, cerveza y todo lo utilizable en favor de los pobres; así que estáis advertidos. No corresponde huir de esta manera, sino que debemos hacer lo que Cristo dice (Mt 25:35) al enunciar: Tuve hambre y no me disteis de comer, etc.

Bien saben que nunca le escapé a la peste, sino que la soporté con toda mi casa y mi familia. Siendo igual de importante que tú, podría haber huido con la conciencia tranquila, en especial por orden del Príncipe. Pero no. Quien como lugareño está ligado a esposa, hermanos, hijos, hermana, vecino, se queda y ayuda y brinda consuelo en situación de peligro general; cada uno de nosotros le debe una muerte al otro. Así que ahora soy vuestro pastor y sustituto, quedo atado al púlpito, del que no me harán huir ni cien pestes; sino que estoy dispuesto a visitar a los enfermos con mis colegas sacerdotes. Si morimos en esta obra de amor, que sea la hora apropiada para nosotros, preferible a mil años de vida. Por lo tanto, sean valientes y dejen de lado pensamientos de horror y de fuga.

En el Señor intenten aguantar la brevedad de apenas una hora, pues a fin de cuentas morir se ha de morir igual. Más aun en este tiempo tan peligroso, de desesperada maldad tanto del campesinado como de la nobleza, nadie debería aferrarse a la vida. La peste es una limpieza tan a fondo del mundo, que no sé bien cómo orar en su contra, siendo que ningun otro puede o quiere ejercer el castigo. Sí, a veces le pido a Dios que venga con la peste y ejerza castigo y vacíe las calles para que los campesinos vean para quiénes –con justicia o sin ella- fueron reuniendo monedas de oro, y así todos sean movidos al arrepentimiento. Por lo tanto, los que somos del lugar, no enfurezcamos a Dios para que no nos golpée con un castigo todavía mayor, sino soportemos unidos la varillita de azote cuando la misma llegue.

Si morimos ahora, ya no hemos de temerle por muchos años. Querido, ¿cuándo quiso venir Dios y que nos resultara conveniente, y que no le temiéramos a la muerte? Cuando viene, ... no queremos, y no obstante, cuando Él quiere, debemos. Por lo tanto, muramos cuando Él quiera, y no codiciemos vivir tanto como deseamos. Mas no quiero ser causa de que aquí se ponga a prueba a Dios, ni quiero que nadie se lance presuntuosamente al peligro sin motivo y sin función precisa; pero los que son de este lugar, por la ley del amor y en virtud de sus funciones, han de dejar a un lado incluso el mayor de los peligros. Porque es glorioso morir en el cumplimiento de un ministerio impuesto y fijado por Dios. Ya lo he experimentado dos veces en tiempo de peste (pues podría haber huido) - que [ella] en nada logra (contra la voluntad de Dios) afectar a los piadosos, incluso cuando por instigación del diablo intenta afectarlos. He sido preservado de ello con toda mi familia, incluso cumpliendo mi ministerio predicando, y aunque podría haber huido, nunca me aislé de la comunidad. ¡Cuánto quisiera, que mi mayor impugnación proveniera de los horrores de la peste!

Los estudiantes foráneos, que son enviados aquí por sus padres a estudiar y que no han crecido en la ciudad y en sus casas, pueden huir - no les podemos bloquear los portones. Pero quienes son del lugar, tienen otro tipo de responsbilidad. ¿Acaso crees que se pueden reclamar todas las libertades y beneficios que brinda la ciudad cuando hay felicidad, salud y paz, pero fugarse de los vecinos, que a menudo les han servido de diferentes maneras, cuando las cosas vienen mal? Sin embargo advierto y pido a los estudiantes, ya que la peste aún no ha llegado a nosotros, que no huyan, no sea que dispersen innecesariamente nuestra universidad con su huida a destiempo.“

(Fuente: Johann Georg Walch (Ed.): Dr. Martin Luthers Sämtliche Schriften; Vol. 10: Katechetische Schriften (reedición: 1987); col. 2028-2033; trad. A. Zorzin)

 

La palabra de Lutero tenía peso; sus sermones calaban más hondo entre sus conciudadanos que los anuncios oficiales. Por eso la cancillería del príncipe Elector sajón, el ayuntamiento de Wittenberg y la universidad recurrían a Lutero como portavoz, especialmente en tiempos de crisis.

Lutero no exigía a los demás algo que él mismo no cumpliera; en épocas de peste permanecía en Wittenberg junto a quienes quedaban relegados cuando los estudiantes, docentes, funcionarios (incluso médicos) huían en tiemps de pandemia. Aunque Lutero no cuestiona a quienes buscaban protejerse del riesgo de infección saliendo del hacinamiento urbano al campo, insiste en que funcionarios y profesionales no debían descuidar sus responsabilidades, dejando sin asistencia a los enfermos y a la estructura urbana sin funcionarios.