27 abr 2009

Tomás Muntzer

Ladrar contra los lobos rapaces


Sobre Tomás Müntzer y las (mal llamadas) Guerras Campesinas -porque guerra fue la represión con la que los príncipes sofocaron los levantamientos de los campesinos-, no hay mucha información en español. El aporte que sigue busca subsanar ese vacío con la brevedad que impone el formato del blog.


Müntzer era oriundo de Stolberg, una pequeña ciudad minera en la región alemana de las sierras del Harz.(1) Bien pudo haber nacido allí alrededor de 1490, pasando su infancia en la cercana ciudad de Quedlinburg. Inició su estudios universitarios en Leipzig (1506/07), siguiéndolos en Frankfurt sobre el río Oder en 1512/13. Su ordenación al sacerdocio (en la diócesis de Halberstadt) no debió haber sido mucho antes del 6 de mayo de 1514, pues en esa fecha figura como clérigo titular de una prebenda en la iglesia de San Miguel en la ciudad de Braunschweig. Durante el semestre de invierno de 1517/18 asistió a cursos en la facultad de teología en Wittenberg. Allí se plegó al círculo de seguidores de los docentes más destacados de teología: Martín Lutero (*1483) y Andrés Karlstadt (*1486).


"Luteranos" en conflicto


Durante 1519 Müntzer suplantó por algún tiempo a Francisco Günther -discípulo de Lutero, y amigo suyo- como párroco en la localidad de Jüterbog. Allí se trabó en dura polémica con los monjes franciscanos del lugar, quienes públicamente lo denunciaron como "luterano" (e.d. secuaz de Lutero). Entre mayo y setiembre de 1520, Müntzer -también por recomendación de Lutero- suplantó a Juan Wildenauer (oriundo de Eger) como predicador en la iglesia de Santa Maria en la ciudad de Zwickau. En octubre de ese año -luego de regresar Wildenauer- Müntzer fue nombrado predicador de la iglesia de Santa Catalina, ubicada en el barrio de los artesanos hilanderos y tejedores de Zwickau. Allí conoció a Nicolás Storch, un laico de personalidad carismática cuya religiosidad inspirada en visiones apocalípticas causó profunda impresión en él.

Desavenencias con su colega Wildenauer, que desembocaron en disturbios entre los partidarios de ambos predicadores, llevaron a que el consejo de Zwickau despidiera a Müntzer de su cargo a mediados de abril de 1521.

En el correr de ese año Müntzer viajó por Bohemia hasta Praga; allí trató de iniciar una reforma evangélica, pero sin obtener el apoyo esperado volvió a regresar a la región alemana de Turingia a comienzos de 1522.


Éxito en Allstedt


Luego de breves estadías en las ciudades de Nordhausen y Halle, en la pascua de 1523, Müntzer obtuvo un cargo como párroco de la iglesia San Juan en la pequeña ciudad agraria de Allstedt. Allí predicó con éxito y -antes que Lutero- comenzó a celebrar la misa completa en alemán, el idioma de la gente común, abandonando la liturgia en latín.

Las tensiones generadas con el entorno eclesial y político por los cambios que provocó este impulso de reforma evangélica en la pequeña ciudad y sus alrededores, hicieron que ya en el verano de 1523, unas 30 personas de Allstedt pactaran "...permanecer junto al evangelio; a no pagar más subsidios para monjes y monjas, sino a contribuir para erradicarlos y desplazarlas." La actividad de Müntzer generó cada vez más afluencia de gente a los cultos en Allstedt proveniente desde los territorios pro-católicos aledaños. A su vez las autoridades de los mismos trataban de impedir la asistencia de sus súbditos hasta allí. El afán de erradicar la idolatría, llevó a que algunos seguidores de Müntzer incendiaran una pequeña capilla de peregrinación a la virgen en el cercano Mallerbach (el jueves santo de 1524). La capilla pertenecía al convento de monjas en Naundorf. Las tensiones que provocó esta acción iconoclasta complicaron aún más la posición de la pequeña ciudad de Allstedt (jurisdicción del príncipe elector Federico de Sajonia y de su hermano, el duque Juan de Turingia). En mayo de 1524 las autoridades de los feudos circundantes empezaron a castigar y a encarcelar a quienes seguían desobedeciendo la prohibición de asistir a los servicios religiosos celebrados por Müntzer. En el verano de 1524, luego de un sermón de Müntzer sobre la renovación que el rey de Judá, Josías, había hecho del Pacto entre Dios y el pueblo de Israel(2 Reyes 22s.), también en Allstedt se consolidó el Pacto con Dios. Al culto habían asistido unas 300 personas de las inmediaciones, entre ellas muchos mineros del vecino ducado de Mansfeld; también ellos se sumaron al Pacto-Alianza en defensa de su fe renovada [ver 2 Re 23:1-3]. En el sótano del edificio municipal de la pequeña ciudad los nombres de quienes se comprometían a sostener y ampliar esa alianza de cristianos auténticos frente a las presiones de los enemigos fueron solemnemente anotados en un "libro del Pacto".


Convencer a los príncipes


El 13 de julio de 1524 Müntzer aprovechó una breve estadía del duque Juan con su hijo (el príncipe heredero Juan Federico de Sajonia) en el castillo de Allstedt, para revelarles su perspectiva de renovación evangélica y el rol que a ellos les cabía como líderes de la misma. Poco después Müntzer difundió su propuesta en forma de panfleto impreso, con el título >Explicación del segundo capítulo del profeta Daniel, predicada en el castillo de Allstedt ante los dilectos y amados duques y magistrados de Sajonia<.(2) Con este "Sermón ante los príncipes" Müntzer intentó ganarse el apoyo de las máximas autoridades políticas de Sajonia. En su planteo, a ellos les correspondía actuar como legítimos protectores de >su< "reforma invencible".


Wittenberg toma cartas en el asunto


Lutero -que venía siguiendo la actividad de Tomás Müntzer y su cofrade Simón Haferitz (predicador en la otra iglesia de Allstedt)- decidió intervenir en esa puja por el favor de los príncipes. A fines de julio de 1524 editó un panfleto impreso, que tituló >Una misiva a los príncipes de Sajonia sobre el espíritu sedicioso.<(3) En esta "carta abierta" sus críticas se concentran en la figura y el supuesto accionar violento de Müntzer y sus secuaces. El alegato incriminatorio de Lutero forma parte de una estrategia depuradora al interior del movimiento de reforma evangélico, con la que él y el grupo de teólogos en Wittenberg trataron de definir a su favor el liderazgo del movimiento en toda la región; en especial buscando asegurarse el apoyo del joven príncipe heredero Juan Federico.


La situación se complica


El primero de agosto de 1524 Müntzer y algunos ciudadanos de Allstedt fueron interrogados por magistrados de la corte en Weimar, en la causa aún pendiente por el incendio de la capilla en Mallerbach. Ante la presión de las autoridades, los implicados de Allstedt tomaron distancia de Müntzer. Él lo interpretó como traición a su persona y decidió abandonar Allstedt (lo que hizo en la noche del 7 al 8 de agosto de 1524). El 15 de agosto les escribió una larga carta a sus ex parroquianos en Allstedt; allí les explica que al ver cuánto temor generó en ellos el recordatorio que las autoridades en Weimar les hicieran de sus juramentos (de fidelidad) y compromisos (de obediencia) feudales, él no pudo seguir junto con ellos. Porque él, cada vez que de la justicia de Dios se trate, no hará callar sus labios. "En verdad -les escribe Müntzer-, yo no hice otra cosa que ladrar contra los lobos rapaces, como corresponde a un auténtico siervo de Dios (Juan 10, Isaías 56 [V.10], Salmo 78 [V.9ss.])."


Viaje al sur


Luego de una primera y breve estadía en la ciudad imperial libre de Mühlhausen (Turingia), Müntzer se dirige hacia el sur, a la ciudad imperial libre de Nuremberg. Allí busca una imprenta dispuesta a publicar su respuesta a las incriminaciones de Lutero. Luego sigue viaje al sur-oeste del territorio alemán, hasta Basilea y alrededores. Durante enero de 1525 Müntzer estuvo en contacto allí con grupos de campesinos sublevados en contra de las autoridades feudales.


De vuelta en Turingia


Desde Grießen, en los confines de la Selva Negra, volvió a regresar al noreste, hasta Mühlhausen. En el correr de abril de 1525 se pliega a los grupos de campesinos que también en Turingia se han comenzardo a sublevar contra el orden feudal. El 15 de mayo un gran contingente de campesinos -al que Müntzer se había incorporado con un grupo de 300 "escogidos de Dios"- fue vencido y diezmado por la fuerza militar merecenaria de una coalición de príncipes, en las cercanías de la pequeña ciudad de Frankenhausen. Müntzer -que sobrevivió a la masacre- fue tomado prisionero, interrogado bajo tortura en la fortificación Heldrungen (de los duques de Mansfeld) y finalmente decapitado el 27 de mayo de 1525 junto con Enrique Pfeiffer, su colega pastor y aliado en Mühlhausen. Las cabezas de ambos, clavadas sobre largos palos ante las murallas de aquella ciudad, sirvieron como ejemplo aleccionador, de qué les cabe esperar a quienes se sublevan contra el poder de sus amos y señores.


La propuesta de Müntzer


La reseña biográfica deja abierta la pregunta sobre, ¿qué fue lo que hizo tan radicalmente diferente la postura teológica de Müntzer a la de sus maestros y colegas en Wittenberg?

En otoño de 1521 Tomás Müntzer difundió en Praga una breve y encendida apelación a los habitantes de Bohemia, para que -bajo su conducción- iniciaran una renovación de la iglesia y así ella recobrara la pureza de sus inicios apostólicos. En el texto -del que sólo se conocen copias manuscritas- se percibe muy bien de qué manera Müntzer capta su propio presente como el instante propicio para iniciar una gran acción final y transfiguradora del mundo. En el último párrafo del >Manifiesto de Praga< -lleno de entusiasmo y conciencia profética- proclama: "No requiero de ustedes otra cosa, a que con esmero aprendan la viva palabra de Dios de la boca misma de Dios. A través de ella ustedes mismos verán, escucharán y palparán, de qué manera el mundo entero ha sido engañado por los curas sordos. ¡Por amor a la sangre de Cristo, ayúdenme a luchar contra semejantes enemigos de la fe! Ante vuestros ojos yo los habré de vencer en el espíritu de Elías. Porque en vuestro país dará comienzo la nueva iglesia apostólica, que luego se extenderá hacia todas partes. [...]." En otra versión manuscrita (más breve) del Manifiesto, dice: "... para poder señalarte visiblemente [Bohemia] mediante el espíritu de Elías, a aquellos que te enseñaron a ofrecer sacrificios al ídolo Baal." La referencia a un accionar en el espíritu del profeta Elías con relación a los sacerdotes de Baal, no deja de ser significativa. Remite a una purificación de la iglesia incluso mediante el recurso a la violencia [ver 1 Reyes 18]. En ese último párrafo del Manifiesto dirigido a los habitantes de Bohemia (en la versión más extensa) Müntzer además les advierte lo siguiente: "Quien vaya a despreciar admonición semejante, ya mismo queda a merced de las manos del turco. Después de cuyo violento accionar habrá de regir el anticristo en persona - el opuesto de Cristo, quien a la brevedad entregará el reino de este mundo a sus elegidos, por los siglos de los siglos."

El clima de urgencia apocalíptica que respira todo el Manifiesto queda reforzado por el rol que Müntzer le adjudica al avance turco como instrumento divino para castigar a quienes ignoren su llamado profético a la acción renovadora de la cristiandad.(4) Después de la violencia ejercida por los turcos, daría comienzo el reinando del anticristo [ver Daniel 7:24s.] hasta cumplir Cristo la promesa de Daniel 7 [V.26s.]. A partir de ese momento el régimen (= gobierno) le será transferido definitivamente al pueblo de los Santos del Altísimo. Poco antes de este párrafo Müntzer ya había aclarado a su auditorio en Praga, que "... es en nuestro tiempo, que Dios quiere separar el trigo de la cizaña" [ver Mateo 13:24-30 y 36-43]. Con su expresivo lenguaje Müntzer ilustraba esa intuición diciendo:

"¡Uy, uy, cuán maduras están las manzanas podridas! ¡Uy, uy, cuán quebrantados (5) están los elegidos! ¡Llegó el tiempo de la cosecha! Por eso Dios mismo me contrató para su cosecha. He afilado mi hoz, pues con vehemencia mis pensamientos apuntan a la verdad y mis labios, piel, manos, cabello, alma, cuerpo y vida maldicen a los impíos."

En el discurso de Müntzer la metáfora de la hoz afilada va ligada a una amplia gama de imágenes bíblicas referidas al tiempo de la cosecha. De todos esos pasajes quizá el más significativo para Müntzer haya sido Apocalipsis 14 [V.14-20]. En la versión (manuscrita) latina del Manifiesto de Praga, Müntzer proclama: "...contratado por el cielo a cambio de un denario diario [Mateo 20:2] afilo la hoz para recoger la cosecha." La imagen de la hoz afilada la emplea en varios de sus escritos posteriores; allí también en combinación con otros instrumentos (bíblicos) de roturación de la tierra y de cosecha: la reja del arado, la guadaña y el bieldo.


Malezas en el corazón


En su >Protesta o propuesta< (publicada en las primeras semanas de 1524) Müntzer da una interpretación compacta de la simbología bíblica de purificación.

En su pensamiento teológico el proceso externo de purificación de la iglesia queda íntimamente ligado a la purificación interior de cada creyente: "... mucha gente no reconoce la obra de Dios y piensa que se puede llegar a la fe cristiana fácilmente, meditando apenas lo que Cristo dijo. No, querido ser humano, tú debes soportar y reconocer cómo Dios mismo arranca tu maleza, los cardos y los espinos de tu campo fértil, esto es: de tu corazón. De otra manera nada bueno crecerá allí, salvo el diablo furibundo transfigurado en luz y hermosas florecillas de trigal, etc. Por más que hayas devorado la Biblia, de nada te sirve; debes sufrir la afilada reja del arado [cf. Salmo 129,3]." Un proceso clave con el que Müntzer ya se identificaba al menos desde zu estadía en Zwickau (1520-1521) como lo revela su sello personal: una reja de arado roturando al corazón, debajo de sus inciales TM.

En ese proceso de acrisolamiento interior -según Müntzer- el cristiano auténtico debe permitir que su corazón sea limpiado de la maleza formada por sus deseos mundanos, su apego a lo creatural y material, a todo aquello que lo distrae y aparta de lo esencial al momento de enfocar su fe sólo en Cristo. Mediante un tal proceso de quebrantamiento y templanza bajo la cruz -según Müntzer-, Dios va maleando y afilando a sus elegidos, así como un campesino lo va haciendo con la hoja de su guadaña o de su podadera para la viña (en forma de hoz pequeña).

Sobre este trasfondo se capta el significado de una afirmación como la que Müntzer hace en otro de sus escritos, la >Explícita puesta al desnudo de la falsa fe< (impreso en Nuremberg, a fines de 1524). Allí en dura crítica al clero, que acusa de buscar sólo réditos económicos, Müntzer alude primero a Juan el Bautista como modelo de predicador austero, desapegado de las pasiones carnales, y luego sigue diciendo: "Es sobre todo partiendo de ese fundamento, que los predicadores han de saber quién los envía a la cosecha (Mateo 9, Juan 4), cosecha para la que Dios desde el comienzo de sus vidas los ha ido afilando como una guadaña firme o una hoz." Unos párrafos más adelante retoma la imagen de la cosecha final, en un pasaje que guarda similitud con el >Manifiesto de Praga< (1521): "La iglesia actual, de hecho, es una vieja ramera si se la compara con la iglesia que todavía ha de edificarse, ahora, que la cizaña debe sufrir el bieldo. Pues en todo momento es tiempo de cosecha, Mateo 9 [V. 37s.]. Queridos hermanos, por todas partes esa cizaña grita y afirma que todavía no es momento de cosecha. ¡Ay, del traidor que se traiciona a si mismo!"

Müntzer sabe que los réprobos, los impíos -los siervos de la gran ramera Babilonia- se niegan a aceptar que sea tiempo de purificación, momento de cosecha final [Apocalipsis 14]. Pero justamente con esa negativa -mediante la que defienden sus privilegios clericales- se engañan ellos mismos. Poniendo en evidencia además que no están preparados para que los ángeles del Señor con sus bieldos los venteen en la trilla final, donde como paja quedarían separados del trigo y serían quemados.

La clave apocalíptica con la que Müntzer interpreta su realidad presente pone en evidencia el conflicto entre un sector del clero (cómplice del poder y beneficiario de privilegios) y otro que -como Müntzer- optó por prescindir de ello, viviendo una experiencia de cruz. Este nuevo tipo de predicador, con el que él se identifica, justamente al ser cuestionado y perseguido vive ese proceso de purificación mediante el que Dios va afilando su personalidad, templándola en la fe auténtica y dejándolo listo así para participar en la erradicación final de la cizaña de impíos que ha invadido el mundo. Convertidos en ángeles del Señor, estos elegidos quedan preparados así para blandir sus espadas en la purificación final del mundo.


Sermoneando príncipes


En su "Sermón ante los príncipes" (julio de 1524) Müntzer los trata de convencer, que ellos -a quienes Dios ha otorgado el poder de la espada, según Romanos 13- son los ángeles elegidos por Dios para la siega de toda esa cizaña de réprobos que ha invadido el campo del Señor [ver Yoder/TERR., p. 113 - 115]. Sin vueltas les dice: "... si se deciden a hacer lo correcto (2 Pedro 1[V. 8]) ustedes son los ángeles." A continuación les aclara qué tipo de acción espera de ellos: "...si queréis ser buenos gobernantes, debéis iniciar el gobierno desde las raíces, tal como lo ha encomendado Cristo. ¡Ahuyentad a los enemigos de los elegidos! Porque vosotros sois el medio para ese fin. Amados, no nos deis excusas huecas: >Que debe hacerlo el poder de Dios, sin intervención de vuestra espada<; ¡porque se os podría oxidar en la vaina!"

Para Müntzer la espada (el instrumento de coerción secular) es imprescindible, ya que a los piadosos (los campesinos que de todas partes acuden a sus cultos en Allstedt) sólo se los puede defender poniéndole freno al accionar violento de los impíos (los secuaces de los señores feudales, que les impiden llegar hasta allí). De acuerdo a Romanos 13 (V. 3s.) Dios les ha otorgado a los regentes sajones Dios el poder secular de la espada para que protegan a quienes hacen bien (los campesinos y los mineros) y castiguen a los los esbirros de los amos feudales que oponiéndose al movimiento de reforma impiden a la gente común acudir a los cultos en Allstedt; "... para que eso [= la protección de los campesinos piadosos] ocurra de una manera correcta y ordenada, lo deben hacer nuestros estimados padres, los príncipes, que confiesan a Cristo junto con nosotros. Mas si no lo hacen, entonces la espada les será quitada -Daniel, capítulo 7 [V. 27]." Müntzer advierte a los príncipes que si no asumen la función coercitiva que les encomeinda Dios, éste se la traspasará a otra gente.

Ya mucho antes, en una carta personal al príncipe elector Federico de Sajonia, (escrita el 4 de octubre de 1523 [ver Yoder/TERR, p. 122-124]), Müntzer le había planteado que la protección, espada mediante, era su deber insoslayable de acuerdo a Romanos 13. En la misma también le advertía sobre el riesgo que corría de no asumir esa responsabilidad: "Los príncipes no deben atemorizar a los piadosos. Pero si esto va a cambiar, entonces la espada les será quitada y le será entregada al pueblo ferviente, para perdición de los impíos, Daniel 7 [V. 27]. Entonces, ese noble ornato -la paz- será quitado de la tierra - Apocalipsis 6 [V. 12 - 17]". En la interpretación de Müntzer, cuando los responsables de ejercer (legítima) coerción contra quienes tiranizan a gente recta y piadosa no asumen ese rol, es el pueblo común quien queda autorizado a ejercerla en(legítima) defensa propia. Este planteo marca una de sus grandes diferencias con Lutero.

También en ese Sermón, dirigido a los príncipes sajones, Müntzer vuelve a desplegar la imagen de la cosecha apocalíptica tal como él la intuía. Si los malvados, los que tiranizan al pueblo de Dios, no aceptan entrar en razones:"No queda otro modo de lograr que la iglesia cristiana vuelva a sus orígenes: hay que arrancar la cizaña de la viña (6) de Dios en el tiempo de cosecha. Así, el hermoso trigo colorado podrá echar raíces firmes y crecer como debe -Mateo 13 [V. 24-30]. Y los ángeles que para ello afilan su hoces, son los siervos rigurosos de Dios, ejecutores del celo de la sabiduría divina, Malaquías 3 [V. 1-5]."

En una sociedad predominantemente agrícola, la hoz y la guadaña eran por excelencia las herramientas de los campesinos. Cuando éstos -inspirados por el mensaje liberador del Evangelio que difunde el movimiento de reforma- comienzan a reclamar de sus señores feudales un trato más justo, formulando sus exigencias con listados de artículos sobre aspectos bien concretos [ver p.ej. los >Doce artículos del campesinado de Suabia<] y se agrupan para dar fuerza a la urgencia de sus planteos, Müntzer congenialmente los identifica con aquellos "rigurosos siervos de Dios" que de acuerdo a las profecías bíblicas llevarían a cabo la "cosecha final".


Teólogos cómodos...


Müntzer titula su última publicación >Muy urgida defensa y respuesta contra la carne sin espíritu, que vive cómodamente en Wittenberg< (impresa en Nuremberg, a fines de 1524). En le subtítulo dice estar escribiendo: "Desde la cueva de Elías, cuyo rigor de nadie se apiada, 1 Reyes 18, Mateo 17, Lucas 1 y Apocalipsis 11". En el antiguo Testamento Elías dialoga con Dios desde un refugio en la montaña Horeb [ver 1 Reyes 19:9-18]; allí recibe instrucción divina sobre qué hacer en el futuro y la promesa final de Dios: "Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron" (V. 18). Para Tomás Müntzer -a esa altura de los acontecimientos- los profesores de teología en Wittenberg (Lutero, Melanchthon, Justo Jonas y Juan Bugenhagen) no actuaban impelidos por el espíritu divino. Al negar revelaciones directas, no hablaban con Dios y por ende ignoraban qué acontecería y cómo habían de actuar. Ellos -meros escribas de la letra muerta- tampoco sentían vergüenza de vivir en el disfrute de las comodidades que les brindaba su cercanía con el poder. Müntzer en cambio -identificado plenamente con Elías- estaba obligado a peregrinar de un lugar a otro, perseguido por nuevos tiranos, nuevos Acab y Jezabel. Ya en su >Protesta y propuesta<>Muy urgida defensa<, la acción del profeta Elías en el monte Carmelo (1 Reyes 18), es ampliada con referencias al Elías venidero. En Mateo 17,11 se menciona que Elías viene primero a restaurar todas las cosas, y en Lucas 1,17 un ángel anuncia a Zacarías que su hijo irá delante del Mesías con el espíritu y el poder de Elías. Esto sugiere que Müntzer tenía la convicción de haber sido convocado -y ser- uno de los dos testigos que el Apocalipsis (11,1-14) anuncia para el tiempo previo al fin. En la tradición cristiana medieval los dos testigos eran identificados con Elías y con Enoc. Hacia fines de 1524 Müntzer se había identificado plenamente con el imaginario bíblico; más aún, transpone ese imaginario a la realidad histórica que vive como clave interpretativa. La Biblia es su libro der ruta y ello pone en evidencia su inmersión plena en la mentalidad medieval.


...de lengua finita


No obstante, hay un aspecto ("moderno") que hace llamativamente virulenta la variante apocalíptica medieval en Müntzer. Es su percepción de la explotación económica como factor que frustra toda posibilidad real de renovación religiosa en los sectores subalternos de esa sociedad feudal en crisis. En su obra >Explícita puesta al desnudo de la falsa fe< (Nuremberg, noviembre de 1524) Müntzer denuncia la complicidad de Lutero y sus colegas con el orden feudal imperante; son los que insisten con una teología basada solamente en la sagrada Escritura y en la sumisión obediente a las autoridades. A la manera de los escribas (en tiempos de Jesús): "Asoman su fina lengüita y con ternura dicen: >Escudriñad las Escrituras pensando encontrar en ellas salvación [= Jn 5:39]<. Con eso a la pobre gente indigente se la engaña de tal manera, que no hay boca capaz de pronunciarlo. Ellos [= los escribas] con todo su palabrerío y acciones son los que hacen que la gente pobre no aprenda siquiera a leer, ocupada como está en obtener comida; ellos [los escribas] desvergonzadamente predican, que la gente pobre debe permitir que la deshollen y despellejen los tiranos. ¿Cuándo, entonces, va a aprender a leer las Escrituras?" En un pasaje clave de su >Muy urgida defensa<>¡Dios ha ordenado: No robarás!<>¡Qué se lo cuelgue!<. Y el doctor Lutrucos [= Lutero] les da su Amén. Son los señores mismos que hacen que la gente pobre se les vuelva enemiga. Si se niegan a erradicar la causa de la sublevación, ¿cómo será posible que a la larga se llegue a buen fin? Pero si lo digo yo, se me tiene por subversivo; que así sea, pues."

Müntzer alude abiertamente a una situación que no sólo afecta a una gran mayoría de campesinos en las áreas rurales, sino también a un importante sector de los artesanos radicados en las urbes. En una carta que Müntzer escribe desde Nuremberg (a fines de noviembre de 1524), dice: "Mucha gente del pueblo en N[uremberg] me aconsejó que predicara, y yo les dije que no era para eso que había venido, sino para defenderme a través de la palabra impresa. Cuando los señores se enteraron de esto, les retumbaron los oídos, porque a ellos les gustan los días fáciles. Para ellos el sudor de los artesanos tiene un gusto dulce, dulce; pero se irá transformando en hiel amarga. No les servirá objeción ni dilación alguna; la verdad habrá de prorrumpir. De nada les sirve fingir que aceptan el Evangelio. La gente está con hambre, necesita y va a comer -como dice Amós y Mateo 5."


Fondos para la acción


Por eso, cuando Müntzer ve que la sublevación de la gente común comienza a cobrar fuerza, afectando bienes y propiedades de los poderosos, lo interpreta como paso necesario en el camino de toda esa pobre gente hacia una vivencia de fe auténtica y liberación. En una de sus cartas, escritas en medio de la sublevación campesina en Turingia a los ciudadanos de la ciudad de Eisenach (el 9 de mayo de 1525) Müntzer condensa esta convicción. Las autoridades de Eisenach no sólo habían apresado a Juan Sippel, líder de la mesnada de campesinos reclutada en la región del rio Werra (en Turingia), sino que también habían incautado la caja con el dinero del grupo. Furioso por la complicidad de los pobladores de Eisenach con la política represiva de los señores feudales, Müntzer -que firma esa carta como: >Tomás Müntzer, con la espada de Gedeon< [ver Jueces 6 a 8]- les hace saber que: "Está a la luz del día, cuán amigablemente Dios permite a los suyos castigar a los enemigos, afectando únicamente sus bienes (materiales), con los que desde un comienzo aquellos obstruyeron el reino y la justicia de Dios -como lo comprueba Cristo mismo en Mateo 6, con sólidas razones. ¿Acaso iba a ser posible que con esa preocupación por los bienes materiales, la gente común alguna vez pudiera llegar a estar en condiciones de recibir la palabra de Dios pura, con un corazón libre de preocupaciones?" El dinero que los campesinos incautaron para financiar la sublevación, y que le han vuelto a requisar las autoridades de Eisenach, no debe considerarse robado. Dios permite que esos mismos bienes materiales, que antes causaban pobreza e imposibilitaban a la gente común recibir la palabra de Dios con el corazón libre de preocupaciones, ahora lo posibiliten (al cambiar de dueño). Por eso Müntzer exige inmediata restitución del dinero y con la perspectiva bíblico-apocalíptica que marca su pensamiento advierte: "Les aconsejamos: no desprecien a los pequeños -como suelen a hacer-, porque el Señor acoje a los débiles para derribar de sus sedes a los poderosos [ver Lucas 1:52], y elige a gente insensata para confundir a escribas desleales y traicioneros [ver 1 Corintios 1:25.]. Si nos vieramos obligados a rescatar a nuestro hermano, el comandante [Sippel] y los fondos [del grupo] por la fuerza, ya se darán cuenta que [Dios] el Señor vive todavía; quiera Él moverlos e iluminarlos para que puedan reconocer la falsa luz [en la que están inmersos], Mateo 6(V.23)..."

En especial estos últimos textos muestran que la crítica profético-apocalíptica de Tomás Müntzer al orden imperante, no sólo se dirigió contra la impiedad religiosa de los poderosos, sino también contra la rapacidad económica del sistema que encarnan. Con ella obstaculizan el acceso de los indigentes a la fe auténtica. La preocupación cotidiana que los poderosos imponen a los débiles mediante trabajo excesivo, no les deja espacio para renovar su fe. Es en este punto donde en la teología de Müntzer se entrelazan la crítica a la falsa piedad con la denuncia de la opresión económica. En esta lucidez carismática cobra virulencia histórica su clave apocalíptica cristiana, porque desestabiliza al orden imperante. Müntzer no sólo percibió la desigualdad entre los ricos-poderosos y los pobres-impotentes, sino que en el marco de su horizonte de comprensión fue identificando a cada uno de esos grupos sociales con las categorías que le ofrecía el texto bíblico: tiranos-réprobos y elegidos-fieles.

Para Müntzer los levantamientos campesinos en las diferentes regiones alemanas -a fines de 1524 y comienzos de 1525- formaban parte de un gran "bibliodrama", donde él mismo no dudó en involucrarse plenamente, con el rol de nuevo Gedeón y nuevo Elías.


Notas


(1) La mejor biografía en alemán sigue siendo la de Günter Vogler (Thomas Müntzer, Berlin 1989; 325 págs.); tb. es valiosa la obra en italiano de Emidio Campi, con traducciones de los textos más importantes (Thomas Müntzer. Scritti politici, Torino 1972; 230 págs.). Los escritos de Müntzer, en edición crítica alemana, fueron publicadas por Günther Franz (Thomas Müntzer. Schriften und Briefe, Gütersloh 1968; la traducción al ingles a cargo de Peter Matheson (The collected works of Thomas Müntzer, Edinburgo 1988, reed. 1994) presenta una serie de aportes nuevos y correcciones -en especial a la correspondencia de Tomás Müntzer.


(2) Traducido en John H. Yoder, Textos escogidos de la Reforma Radical, Buenos Aires 1976 (reed.: 2007), págs. 99-120. (en adelante: Yoder/TERR)


(3) Traducido al español en: Alejandro Zorzin / Curso de Reforma Radical - ISEDET (Buenos Aires) 2000, "Ruptura entre Lutero y Müntzer" (apunte mecanografiado de la cátedra/ 5, págs. 1-9).


(4) En 1521 los turcos habían conquistado Belgrado y Müntzer calculaba que en su avance podrían estar alcanzando Bohemia en 1522; en una carta de Müntzer a Melanchthon (a fines de marzo de 1522) afirma: "La copa del tercer ángel [cf. Apoc 16:4-7] -lo temo y lo sé- ya ha sido derramada sobre las fuentes de las aguas..." En la lectura de la realidad a manera de bibliodrama característica de Müntzer, la tercera de las siete plagas finales ya había ocurrido y es muy probable que él identificara a los turcos con "los reyes del oriente" [cf. Apoc 16:12ss.] a los que el Apocalipsis hace referencia en la sexta plaga.


(5) El término alemán original: mürbe , literalmente significa: ablandado, abatanado, desmenuzado; el adjetivo que Müntzer emplea aquí hace referencia al proceso de abnegación y quebrantamiento interno que deben experimentar los cristianos auténticos para alcanzar una fe probada y verdadera. Mientras el proceso de >maduración<>abismo de su corazón<. Esta dimensión clave en la teología de Müntzer proviene de la corriente mística (alemana), p.ej. de su lectura de los >Sermones<>Teología Alemana< (editada por Martín Lutero en 1516 y nuevamente en 1518).


(6) En la traducción de TERR el original alemán: Weingarten (= viñedo) diluye de un modo indefinido como: huerto.

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