"... Cristo, a quien nadie puede conocer realmente, si no lo sigue con la vida. Y a quien nadie es capaz de seguir, si no lo conoce antes."
La frase es de Juan Denck (1500 - 1527) y la escribió en su obrita >Lo que se pretende dicen las Escrituras< (1526).(1) Como ya lo indica Yoder - la frase inspiró el eslogan preferido de la tradición menonita: "Nadie puede conocer a Cristo, a no ser que lo siga en la vida." No obstante, en su versión original el planteo de Denck resulta menos fluido y permite intuir una densidad teológica mayor. ¿Cómo entendía Denck el seguimiento de Cristo "con la vida"? En otro pasaje escribe: "Para quien afirma alegrarse en la verdad pero no vive tal como enseña la verdad, sería mejor que no la nombrara." En las frases obviamente resuena el Evangelio de Juan: Jesús como camino, verdad y vida (Jn 14,6).
Denck había nacido en Heybach (Alta Baviera) y cursó estudios universitarios en Ingolstadt. Luego de trabajar un tiempo como corrector en una imprenta de Basilea, en 1523 fue contratado como director de la escuela asociada a la iglesia San Sebaldo en Nuremberg. (2) En aquella importante ciudad imperial libre el joven maestro estableció contacto con los círculos de intelectuales y artistas que simpatizaban con el movimiento de Reforma evangélico. A comienzos de 1525 fue acusado allí de adherir a doctrinas no cristianas. En Nuremberg el control sobre la "recta doctrina", que ya había hecho blanco en tres jóvenes artistas vinculados al taller de Alberto Durero, terminó por desplazar a Denck de su cargo obligándolo a abandonar la ciudad. A mediados de ese mismo año trabó contacto con anabaptistas suizos en los alrededores de St. Gallen. En otoño de ese año volvió a obtener empleo como maestro en la ciduad libre de Augsburgo. Allí se imprimen textos teólógicos de Denck y éste se vincula con grupos afines al anabaptismo en aquella ciudad. Bajo sospecha de haberse convertido en un líder de esa corriente evangélica disidente, debe abandonar Augsburgo. Hacia fines de 1526 pasa un mes y medio en Estrasburgo (de donde también se lo expulsa), defiende luego su postura a favor del bautismo de adultos en Landau, y a partir de febrero de 1527 se establece en la ciudad imperial libre de Worms. Alli publica varios textos más y junto con Luis Haetzer (1500 - 1529) realizan la primera traducción de los libros proféticos del antiguo Testamento al alemán (edición: abril 1527). Pero también en Worms la reacción oficial contra el intento de generar allí un espacio público para la práctica evangélica anabaptista (julio 1527) hace que él y sus cofrades se vean obligados a abandonar ese lugar. (3) A fines de agosto de ese año participa en el encuentro de líderes anabaptistas en Augsburgo. Desde allí regresa a Basilea, donde poco tiempo después muere víctima de la peste (noviembre 1527).
Denck era de la opinión que Dios no sólo se revela a través de los textos bíblicos, sino que también sigue haciéndolo cuando habla en el corazón de las personas. "La palabra de Dios está contigo antes de buscarla tú; ella te da antes de tú pedir; te abre, antes que tú golpees. Nadie llega por sí mismo a Cristo, a no ser que el Padre lo trajere [Jn 6,44]..." Ese Padre (dice Denck) es un Dios de amor, y se lo experimenta de una manera particular y plena en Jesús. Bajo el poderío del espíritu divino las personas puede sobreponerse al mal y durante toda una vida servir a Dios en santidad y justicia. "Santidad -escribe Denck en >Del amor verdadero< (Worms: 1527)- implica haberse apartado de una vez por todas del mundo malvado y de toda inmundicia carnal, para servir únicamente a Dios. Ello se evidencia y se testimonia mediante el bautismo con agua, dejando en claro que la vida previa se considera vacía y que en más se camina en una vida nueva." ¿Pero cómo llega una persona a ese punto de inflexión? Para Denck está claro que el impulso para el cambio siempre proviene de Dios: "Quien no aprende a conocer a Dios desde Dios mismo, no ha logrado conocerlo. Quien se esmera buscando a Dios, sin darse cuenta como Dios estuvo con él antes de haberlo empezado a buscar, todavía no lo encontró y se encuentra muy lejos de Él." Parecería quedar claro qué entiende Denck bajo ese "conocer antes", que en el seguimiento comprometido a su vez lleva a un conocimiento más intenso de Jesus. Para Denck carece de sentido postular una secuencia cronológica entre fe y praxis cristiana; Denck tampoco acepta contraponer la revelación de la verdad divina desde afuera con la que se da en el interior íntimo de la persona. La presencia y el accionar del espíritu divino genera una simultaneidad indivisible de ambas dimensiones; por eso para Denck no hay fe sin seguimiento (de Jesus), ni hay verdadero seguimiento cuando antes ya no se percibió la presencia (de Cristo).
Para Juan Denck el verdadero seguimiento cristiano se vuelve palpable en la práctica de una vida no-violenta: "A ninguna persona cristiana que se glorie del Señor le está permitido aplicar violencia y dominación. Porque el Reinado de nuestro Rey consiste únicamente en enseñanza y poderío del Espíritu. ... Quien ama al Señor, ... no debe olvidar qué caracteriza a un verdadero amante: a saber, que por causa del Señor se renuncia a cualquier violencia, aunque sin negarse a la sumisión bajo quien sea, igual que el Señor [Fil 2]."
En una época donde la estrechez religiosa iba de la mano con represión violenta, a la manera de "verdadero discípulo de Cristo", Denck trató de comunicar su fe poniéndola en práctica a la manera del Jesús que conoció antes.
(1) John Howard Yoder (compilador): Textos escogidos de la Reforma Radical (Buenos Aires 2008), pp.206-226 (cita: p.224)
(2) Ver "El anabaptismo en el Sur de Alemania y en Austria 1525-1527", en: George Hunston Williams: La Reforma Radical (México 1983), pp. 177-210.
(3) Ver en Yoder (comp.): Textos escogidos de la Reforma Radical, pp.231-233.
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