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Volante ilustrado – con textos de Hans Sachs – 1525 |
Un clavo en el zapato
Autor: Leandro Cledou[1]
La Reforma Protestante
del siglo 16 no sólo involucró a teólogos, obispos y príncipes. Fuera del
ámbito académico y eclesial, el asunto también preocupaba a la gente común. Un
zapatero de la ciudad de Nürenberg tomó la palabra en nombre del pueblo e
interpretó su situación a la luz de los textos bíblicos y escritos de los
reformadores.
En 1517, el monje Martín Lutero inició un movimiento que
pretendía corregir irregularidades arraigadas en la iglesia, en torno al
comercio de indulgencias (perdón de los pecados).
Pronto, este intento de reforma interna derivó en una
discusión entre religiosos y profesores universitarios. Sin embargo, los
planteos iniciales de Lutero no sólo se difundieron entre los intelectuales de
la ciudad de Wittenberg, donde comenzó la Reforma. Algunas ideas fueron
asimiladas y llevadas a la práctica por la gente común, como por ejemplo los
campesinos y los artesanos. En algunos casos, las posturas tomadas por éstos
implicaron incluso un desarrollo más profundo que lo dicho por Lutero.
Así, podemos ver que los postulados de Lutero en torno a los
años 1519 y 1520 prendieron y se encauzaron en un sentido más completo que el
que él pretendió darles. En su escrito A
la nobleza cristiana de la nación alemana Lutero desarrolla su postura
acerca del sacerdocio común de todos los bautizados y bautizadas. Poco tiempo
más tarde, tradujo y se publicó el Nuevo
Testamento. De esta manera, quedaron sentadas las bases para que el pueblo
común pudiera (escuchar) leer el texto bíblico y asi comprender su situación
particular.
El pueblo quiere saber
Durante la Edad Media los campesinos ocupaban el nivel más
bajo de la escala social. Eran considerados propiedad de los señores feudales,
cuyas tierras debían trabajar y a quienes debían dejar una parte considerable
de su producción. En 1524 y 1525, los campesinos del sur de Alemania reclamaron
sus derechos amparándose en su interpretación del texto bíblico y de los
escritos en que Lutero atacaba la codicia de los comerciantes, el cobro
desmedido de impuestos por parte de los príncipes y el saqueo a manos de las
órdenes mendicantes y el clero.
En sus Doce artículos
del campesinado de Suabia reclamaban: poder elegir y remover a sus clérigos
en la congregación; la modificación del cobro de los diezmos; la abolición de
la servidumbre; la eliminación de los impuestos feudales; y la reforma en la
administración de justicia.
La reacción a las demandas campesinas no se hizo esperar.
Rápidamente las fuerzas aliadas de los príncipes, con el consentimiento
ideológico de Martín Lutero, reprimieron duramente a los campesinos sublevados
hasta derrotar y disolver el movimiento en pocas semanas.
Por otra parte, en la ciudad de Nürenberg, probablemente a
comienzos de 1525, el zapatero Hans Sachs publicó y distribuyó un volante
impreso con un poema titulado “El pobre Burro común”. En esta época, el volante
era el medio más apropiado para difundir ideas y opiniones. Ante la falta de
medios tecnológicos de difusión masiva, como son en la actualidad la
televisión, el periódico, la publicidad, etcétera, los volantes impresos
permitían acceder a un público numeroso en poco tiempo. La sencillez y la
brevedad de los textos garantizaban que en pocos minutos el pueblo común los
leyera y en forma amena comprendiera las ideas centrales que se querían transmitir.
Además, la mayoría de los volantes estaban ilustrados con grabados que reflejaban
las mismas ideas que se transmitian con palabras. De esta manera los autores
aseguraban que su mensaje llegara incluso a un público no lector.
Zapatero a tus asuntos
Hans Sachs nació en 1494 en la ciudad alemana de Nürenberg, en
una familia de artesanos, hijo de un maestro sastre. Los artesanos constituían
una clase intermedia de la sociedad: estaban por debajo de la nobleza, quienes
gobernaban y eran dueños de la tierra y de todo lo que en ella se producía;
pero se encontraban en mejor situación que el campesinado. Los artesanos no
sólo eran libres, sino que además podían aprender un oficio e incluso llegar a
ser dueños de los talleres en los cuales trabajaban.
De los siete a los quince años Sachs fue a la escuela
latina, luego de la cual comenzó como aprendiz en el oficio de zapatero. Al
mismo tiempo, junto al maestro tejedor Lienhard Nunnenbeck, aprendió el arte de
los maestros cantores, quienes se dedicaban a escribir e interpretar versos
(coplas). A los diecisiete años comenzó un peregrinaje por Alemania que duró
seis años. Luego se radicó en su ciudad natal, donde llegó a ser maestro en su
oficio.
En 1520 tomó contacto con los escritos de Lutero, adoptando
como propia la causa del reformador. Tres años más tarde, luego de haber
estudiado numerosos libros y tratados luteranos publicó “El ruiseñor
wittenbergués”, un largo poema didáctico dedicado a Lutero en el cual reseñó
las enseñanzas de la Reforma, exhortando a los lectores a adherir a la misma.
Sus escritos tenian como principales destinatarios a sus colegas artesanos, la
mayoría de la población de Nürenberg. En sus coplas, Sachs adaptaba los
complejos textos bíblicos, los clásicos romanos, la historia, y las obras literarias
del Renacimiento italiano a la realidad de la gente común. Los mensajes eran
simples, ya que siempre se expresaba mediante situaciones de la vida y en un lenguaje
sencillo.
“EI pobre Burro común”
En el poema “El pobre Burro común”, impreso en forma de
volante y acompañado de un grabado realizado por Hans Guldenmund (ver
reproducción), Sachs dio a conocer las ideas de un sector evangélico popular
acerca de su situación. En forma irónica, el poeta y artesano denuncia la
explotación de la que era víctima el común de la gente, mostrando a los
distintos actores sociales que participaban de esa dinámica social y religiosa.
En algunas expresiones de Sachs se refleja la posición que Lutero enunció en los
primeros años de la Reforma.
Las “alas” que tienen las figuras que aparecen en el volante
sugirieren visualmente que se trata de alegorías o representaciones. Entre
ellas se encuentran por una parte la Usura,
la Hipocresía Religiosa y el Tirano, quienes se encargaron de
explotar al Pobre Asno, y por otra parte
la Razón, la Justicia y la Palabra de Dios,
quienes desde su particular punto de vista interpretan la situación del representante
del pueblo.
Falsos pastores
En el grabado se puede observar a un monje (se lo reconoce
por el hábito) caído debajo del asno. En una mano sostiene una bolsa con
monedas y cerca de su otra mano hay una Biblia caída en el suelo. En su discurso
menciona el cambio de suerte que han sufrido los clérigos, quienes fueron
rechazados por los laicos. Este cambio se evidencia en dos actitudes del
pueblo: por un lado, ya no escucha más su palabra ni sigue sus enseñanzas, y,
por otro lado, ya no contribuye más económicamente para su sostenimiento.
La Hipocresia Religiosa
hace responsable de todos sus males a la Palabra de Dios: "Ay, cómo cambió mi suerte/ me lastimó y me
hirió/ la Palabra de Dios, esa espada filosa/ sin ningún auxilio estoy, tirada
en el suelo/ ya nada valgo para el Asno/ que antes con gusto solía escuchar mi
voz/ haciendo todo lo que le enseñaba/ que suavemente me cargaba y docilmente
me alimentaba/ y esplendidamente acrecentaba mis tesoros/ para yo poder pasar
mi tiempo tranquila. / Ahora el asno me es esquivo/ y me niega su ración”.
Durante la Edad Media, el pueblo tenía impedido el acceso en
forma directa a las Escrituras, ya que éstas estaban escritas en latín y las
ediciones manuscritas eran demasiado costosas. Sólo el clero podía leerlas,
interpretarlas y transmitir sentencias a los laicos de acuerdo a su
conveniencia. En la Reforma el texto bíblico se tradujo a la lengua que
entendía el pueblo y se difundió su lectura con la publicación de ediciones
menos costosas que en épocas anteriores, gracias al perfeccionamiento de la
imprenta.
Martín Lutero no sólo contribuyó con la traducción del
Evangelio. Además admitió que para interpretar las Escrituras no es necesaria
la autorización de ninguna institución terrena (por ejemplo, las
universidades), sino un don infundido por el Espíritu Santo. A partir de este
momento, los laicos comunes, como Hans Sachs, comienzan a leer e interpretar
los textos bíblicos sin depender de los clérigos.
Por otra parte, Lutero pidió la abolición de todo tipo de
mendicidad para que no hubiera en ninguna ciudad cristiana gente necesitada y
para evitar la continua fuga de dinero para sostener el lujo en las iglesias y
los monasterios. El cierre de este canal de fuga de recursos fue uno de los logros
obtenidos a partir de la Reforma.
La luz de la Razón
La Razón (figura
central) aparece en el grabado provocando al Burro, del modo en que lo hacen
los toreros. Con esta actitud intenta que el Burro se rebele y reaccione
violentamente para liberarse de su "carga". Además de señalar a la Usura y al Tirano como losresponsables de su situación, sostiene que la
Palabra de Dios Io está paralizando.
"Burro, mira
alrededor, ha sido derribada/ la Hipocresia que tanto te oprimía./Pero todavía
soportas, sin cambio, amarga opresión/ por parte de la Violencia y la Usura;/
ellas te tienen agarrado/ y te cabalgan hasta dejarte sin fuerza y enfermo,/
además ellas ni te lo agradecen./ ¿De qué sirve la melodia de la Palabra de
Dios/ si permaneces oprimido como antes? / Por eso encabrítate, y no demores, /
a ver si logras derribarlas de un solo golpe, / pues entonces se aliviará tu
trote tan pesado".
Entre fines del siglo 15 y comienzos del 16 se produjo un cambio
histórico que marcó el fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna.
Durante la Edad Media la figura de Dios, y el texto bíblico como su palabra revelada,
fue la medida con que se interpretaba toda la realidad. En la Edad Moderna, la
figura del ser humano y su capacidad de razonar desplazaron a Dios del lugar
central que ocupaba. Este enfrentamiento de distintos modos de interpretar la
realidad, sin dudas debe haber confundido a la gente común en estos tiempos, y
así lo refleja el volante de Hans Sachs.
El poder por la fuerza
Sachs denuncia un orden social sostenido por la represión
que ejercen los caballeros feudales (representados por el personaje montando con
armadura). Para este sector social el pueblo común nació para servir y darle de
comer a aquellos que lo consideran su propiedad. El sometimiento a los
trabajadores es tan grande que ni siquiera se les permite alimentarse de lo que
ellos mismos producen.
"Burro, tú
naciste/ para cultivar trigo y cereal/ pero para comer ortigas y espinos./ Por
eso ve sin murmurar/ si no con gusto, a disgusto./ Porque voy sentado firme
sobre tu delantera/ y te sopapeo fuerte las orejas/ mientras te clavo además
las espuelas;/ eres mi propiedad y mi súbdito/ estás obligado a bailar según mi
voluntad/ el consejo de la Razón de nada sirve”.
En este aspecto, la lectura que hacen los sectores laicos
urbanos simpatizantes con la Reforma iba más allá de la ideología de los
reformadores del entorno de Lutero, que no denunciaron las injusticias
cometidas por las autoridades seculares de turno, ya que contaban con su apoyo
y cobertura política, a cambio de lo cual manifestaron su lealtad.
Se le fue la mano
La Usura,
representante del poder financiero (comerciantes y prestamistas), en
complicidad con el poder político, explotaba al pueblo mediante el cobro
indiscriminado de intereses que lo despojaban completamente, hasta el punto de
quitarle el propio pellejo... La crueldad de la imagen es enfatizada en sus
palabras: al mismo tiempo que despelleja al pobre Burro, lo hace responsable de
su suerte, justificándose por si 'se le va la mano'.
"Ay, Burro, cuida
de tu pellejo tú mismo/ para que no te corte la carne./ Te despellejo y exprimo
por ambos costados/ por eso me expulsó Roma./ Ahora ya me cargaste por largo
tiempo/ con paciencia y sin oposición/ Dime: ¿qué significan de pronto tus
coces?/ Con ellas nada lograrás para liberarte/ por más fuerte que te lo sugiera
la Razón/ La Violencia me carga sobre tu lomo/ y junto conmigo se apropia del
mismo botín/ por eso cabalgo seguro sobre ti”.
Desde los primeros años de la Reforma, la explotación
usuraria fue una de las prácticas sociales y económicas condenadas por Lutero.
En los Sermones sobre la usura el
reformador sostiene que “a los cristianos no les corresponde hacer otra cosa
que dar sin tomar nada a cambio”. Todo tipo de usura no es más que una
violación del mandamiento divino de asistir a los hermanos necesitados sin
pedir nada a cambio. No es admisible, ni siquiera cuando se trata de obtener
recaudaciones para la institución eclesial.
En carne propia
El Burro en esta visualización encarna la situación en la
que se encontraba el sector más vulnerable de la sociedad medieval: los
trabajadores campesinos. Su estado es desesperado y desesperanzador. Encima
suyo están sus opresores, los gobernantes y los comerciantes, quienes le exigen
impuestos e intereses por los préstamos contraídos, que superan ampliamente lo
'humanamente' soportable.
Ante esta violencia el (Asno-)pueblo reclama auxilio de la Justicia; no pretende demasiado, sólo lo
que es justo, lo más básico que le pertenece: su propio ser.
“No hay en el mundo
animal más desgraciado/ tengo que trabajar llueva o truene/ para obtener lo que
engulle todo el mundo / mientras que apenas me dejan la paja de la avena/ Sobre
mi cabalgan dos malandras: / el de más adelante me golpea el hocico/ y siento
sus espuelas afiladas/ mientras el de atrás me despelleja vivo/ ya diario
chorrea mi sangre / ¡Ay, Justicia, ayúdame pronto / antes de que esta miseria
me ciegue/ y comience a patear en derredor, perdiendo toda cordural”.
Quiero, pero no puedo
La Justicia está inmovilizada por un cepo que le impide
actuar. Aunque tenga la intención de socorrerlo, no puede hacerlo; los que
tienen el poder juzgan a su manera y la Justicia no es la medida de sus actos,
sino la ambición. Para el pueblo oprimido sólo resta confiar en Dios.
“Ay burro, me das pena/
Me doy cuenta que no es poca tu desgracia/ te daría la luz de mi auxilio/ pero
mi espada ya no corta/ como cuando castigué a Tarquino/ Ahora a mi me toca
estar prisionera/ de impura tiranía usurera/ su corazón está endurecido como
piedra/ nadie puede hablarles/ Tu miseria y la mía dan lástima/ Por eso denúncialo
sólo a Dios/ Él bien te puede sacar de la desgracia“.
Es Palabra de Dios
En contraposición a la Razón
que sugería el uso de la fuerza para salir de la situación de dominación, la Palabra de Dios propone al pueblo la
resistencia pacífica. De acuerdo a esta interpretacion de los textos biblicos,
dominante durante toda la Edad Media, Dios es la fuente de todo lo que le
acontece a la humanidad, incluso de sus sufrimientos. La Palabra de Dios descarta
toda posibilidad de una reacción violenta por parte de los damnificados. Antes
bien se confía plenamente en la intervención de Dios, quien asume el
sufrimiento del pueblo. Alienta esta esperanza el hecho de que ya se ha
liberado de la Hipocresía espiritual.
"Burro, la Razón te ha cegado/ pues pretendes resistirte a
la Violencia/ que Dios envió como
castigo de tus pecados/ Por eso no te opongas / carga tu propia cruz en la
desgracia/ y permanece paciente hasta el fïn/ Quien vence será coronado/ tú
permanece quieto hasta tanto Dios cambie/ el régimen tirano y usurero/ Deja en
SUS manos la venganza/ SUYA es la venganza, dice la Escritura/ Él destruye con
poder a los violentos/ al Faraón lo arroja al fondo del mar/ al rey Eglón lo hieren
mortalmente/ los perros lamieron la sangre del rey Acab/ siendo que todo Israel
los maltrataba/ Así también hoy día/ Dios salva a su pueblo de las fauces/ de Tiranos que hacen cosas terribles/ También del
veloz daño de la Usura / Dios sana a
su pobre pueblo/ así como cesó la Hipocresía espiritual/ apenas Dios la tocó con su boca/ Dios fielmente sostiene
su pacto”
La otra historia
La lectura e interpretación de un volante impreso permite
comprender que la Reforma no fue un asunto exclusivo de teólogos, profesores
universitarios y príncipes. Mientras la discusión de éstos se desarrollaba más
bien en ámbitos institucionales y en torno a temas doctrinales, al pueblo común
le preocupaba la realidad concreta de cada día.
Tomando como punto de partida los enunciados de Lutero, el
pueblo se animó a cuestionar a sus autoridades religiosas y políticas. En esas
circunstancias las opiniones disidentes suelen ser silenciadas o expulsadas
para que la institución no se vea per- judicada. En 1527 la obra de Hans Sachs
fue prohibida por haber escrito algunos versos marcadamente antipapales. Debido
a que en sus escritos tocaba asuntos politicos, éstos no fueron bien recibidos
por las autoridades de su ciudad, que si bien eran luteranas, también eran muy
“cautelosas”. Es llamativo que este tipo de documentos no siempre se tienen en
cuenta en la actualidad como testimonio histórico de ésta época.
Para el pueblo común, la aceptación de la Reforma implicó
mucho más que un nuevo discurso: significó un modo de vida, sobre todo porque
se trata de quienes llevan las de perder, los que están “del otro lado”, del
lado de los que sufren, los que sólo cuentan con la protección de Dios.
[1] Ensayo
presentado como requisito de aprobación del Curso Iglesia y Teología en la Historia 2 (Medioevo & Reforma) – a
cargo del titular del Dpto. de Historia en el Instituto Superior de Estudios Evangélicos (ISEDET – Buenos Aires –
1998).
Publicado en Revista Parroquial – de
la Iglesia Evangélica del Río de la Plata,
Año 105 – Edición 10 – Octubre 2000, págs. 8-12.